La Almoina de Valencia

El viernes 21 de abril visitamos la Almoina y la cripta de San Vicente.

La visita comenzó con la presentación de las dos guías que nos mostrarían lo que veríamos a continuación. En la Almoina nos enseñaron los restos de una Ciudad romana situada bajo la Ciudad de Valencia y pudimos observar arquitecturas como las termas, los baños y vestuarios que los romanos utilizaban; las grandes avenidas denominadas Cardo y Decumanus, calles que atravesaban toda la ciudad formando así el plano Hipodámico; y el foro, la zona central donde se encontraban las instituciones de gobierno, de mercado y religiosas. Era donde tenían lugar el comercio, los negocios, la religión y la administración de justicia. En este museo se conservan vestigios desde su fundación por los romanos en el S. II a.C. hasta la Edad Media.

En le cripta de San Vicente pudimos ver dos pequeños vídeos y escuchar un audio, donde se contaba la vida de San Vicente Martir y la historia del monasterio que íbamos a visitar. San Vicente Mártir, nació en Huesca y murió en Valencia en el año 304. Fue un clérigo español, diácono de san Valero de Zaragoza, que fue capturado y torturado bajo Diocleciano, por lo que la Iglesia lo venera como mártir. Según la tradición, Vicente fue encargado de la predicación de la fe, a causa de un impedimento del habla que afectaba al obispo Valero. Valero y Vicente fueron prendidos en el año 303 por orden del gobernador Publio Daciano, y trasladados a Valencia. Valero fue condenado al destierro y Vicente sufrió el martirio, muriendo finalmente en fecha imprecisa -la tradición le asigna el 22 de enero, día en el que se celebra la festividad- en el año 304 ó 305. De acuerdo a la leyenda, convirtió antes de morir a su verdugo.

Para su martirio, primero Vicente fue colocado en una cruz en aspa y después en la catasta, donde le rompieron los huesos, le azotaron, y le abrieron las carnes con uñas de garfios de acero. Pero, no pudiendo minar su resistencia, mandó entonces Publio Daciano que fuese desollado y colocado en una parrilla en ascuas.

Fue arrojado más tarde a una mazmorra, falleciendo después y siendo tirado a un basurero, donde fue defendido por una gran águila ramada.

Su cuerpo aún se arrojó al río Turia en un pellejo con una piedra de molino, pero fue devuelto a la orilla, recibiendo sepultura a las afueras de Valencia. Desde el lugar de su primera sepultura, el cuerpo de Vicente fue trasladado, en el mismo siglo de su martirio, a una basílica existente fuera de los muros de la ciudad, junto a un arrabal cristiano, conocida como San Vicent de la Roqueta, que mantuvo el culto durante toda la época islámica, estando documentados distintos propietarios cristianos, como el Monasterio de San Juan de la Peña, reyes o Poblet.

Lila, Isabel y Sara.